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(La justicia está en el corazón) Capítulo 2: La cicatriz

Capítulo 2: La cicatriz:

La chica se puso las manos sobre la cabeza y se agarró su cabello pelirrojo con fuerza.
Intente tranquilizarla con mis palabras, decirle que no era el infierno, que estaba viva, y eso era lo que importaba ahora, pero la chica parecía estar en otro mundo, no dejaba de mirar hacia abajo, y podía notar como su respiración era acelerada.
-Dime, ¿de verás es lo último que recuerdas?-
Camila asintió con la cabeza levemente, aún con sus manos en la cabeza, y mirando hacia abajo, al cabo de un rato susurró:
-Podría describirte el dolor que sentí, y el brilló de la espada de mi oponente tras mi espalda.-
En ese momento caí, cualquiera podía sentir dolor si pensaba de verás que lo estaban apuñalando, quizás todo aquello fuera solamente un efecto placebo y aquella mujer tan solo hubiera estado engañada por alguien que conocía muy bien el ministerio.
-Dime, ¿Tenía acaso una apariencia extraña tu adversario?-
-No me gusta que me tuteen, ni siquiera se tu nombre.- Dijo alzando la cabeza, lentamente y entrecruzando sus manos en su pecho.
-Mi nombre es Julián. Y perdona, pero aquí todos hablamos así-
Sabía que le había dado mi nombre antes,  y eso en parte me preocupaba, debía de tener miedo de todo lo que a su alrededor sucedía.
-Julián, bien entonces os tutearé aunque no sea de mi agrado. Mi adversario era, bueno, un soldado cualquiera, vestido con armadura y yelmo.-
-Así que no le viste la cara.-
Camila negó con la cabeza
-Fue culpa mía, yo fallé, me despisté.-
-¿Por qué dices eso?-
-Recuerdo que mi espada se deslizo de mi mano, se me cayó, él la pisó para que yo no la pudiera alcanzar y me quede inmóvil, esperando mi muerte, supongo.-
Su voz era tranquila, supuse entonces que debía darle un poco de confianza.
-Verás estás en una organización del gobierno, no tienes por qué asustarte, alguien te habrá mandado aquí tras encontrarte herida, quizás aún la tengas.-
La chica se tocó el vientre y dijo:
-No siento dolor.-
-Quizás te lo hayan curado.-
Camila entonces,  se puso de pie y se quitó el vestido, de golpe, sin ningún miedo de que yo la viera. Yo, por impulso baje la mirada.
-¿Porque no me miras, acaso no eres médico?
Lentamente alcé la cabeza su torso era blanco como la nieve, y llevaba un sujetador negro y unas braguitas del mismo color.
-No tengo nada, lo ves.-
Me pareció un tanto irónica su respuesta, tenía el cuerpo lleno de cicatrices, en el hombro izquierdo tenía una enorme que le llegaba hasta el pecho, en la pierna tenía varias, pero era cierto, no tenía nada en el vientre, zona en la que afirmaba que le clavaron una espada.
-Debo de haberlo soñado, ¿No crees?-
-Quizás si.-
O quizás fuese tan solo una bolsa de sangre que alguien le había colocado para engañarla.
-Pero entonces no me explico como he llegado hasta aquí.-
-Camila, verás, yo no soy quien para decirte esto pero, ¿acaso has venido aquí alguna otra vez?¿recuerdas esto?-
-No, recordaría un lugar tan peculiar.-
En ese instante volvió a colocarse el vestido como buenamente pudo, y dijo.
-Quiero irme a casa, solo eso.- Dijo muy seria.
Entonces Camila calló unos instantes, como reflexionando. Después se acercó lentamente a mí y sin decir palabra se acercó a mi oído.
-¿Te gusto verdad?, por eso no te has atrevido a mirarme desnuda a la primera.-
Se alejó de mí hasta tenerme cara a cara, entonces iba a responderle pero ella colocó su mano en mi boca.
-No digas nada.- Dijo sonriendo con malicia. Entonces me golpeó rápidamente en la entrepierna y en la cabeza de forma que me dejó inconsciente.

CAPÍTULO 3:http://isabelmpasalodos.blogspot.com.es/2015/04/la-justicia-esta-en-el-corazon-capitulo_13.html


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